Don Quijote de la ¿Marca?

Descripción de la publicación.

Pablo Gómez

9/18/20242 min read

«… Y pues que tengo buena fama y, según oí decir a mi señor, que más vale el buen nombre que las muchas riquezas, encájenme ese gobierno y verán maravillas, que quien ha sido buen escudero será buen gobernador.»  Este es un fragmento de la conversación en la que Sancho, tratando de ser gobernador de una ínsula, comparte una de las tantas enseñanzas que el Quijote le había dejado. Y, spoiler alert, ¡tiene mucho que ver con el marketing!

Sancho había aprendido una valiosa lección: ante el buen nombre, la reputación y el honor que mostraba, no había forma de dudar en su actuar. Después de todo, si alguien ha sido bueno en lo pequeño (escudero), será bueno en lo grande (gobernador).

Aquí es donde entra nuestra marca. El buen nombre, al igual que en el caso de Sancho, es ese valioso tesoro que debemos construir poco a poco. Y no, no es opcional, ¡es una tarea principal dentro de nuestras actividades de marketing!

¿Cómo empezamos? Con una construcción de marca adecuada y cuidadosa, claro. Enfocándonos en nuestro público objetivo y cuidando cada detalle de nuestra propuesta de valor. Desde el diseño, pasando por las estrategias que adoptemos, hasta los atributos que nuestros consumidores esperan. Nada puede quedar al azar.

Pero, ojo, la cosa no acaba aquí. Otra tarea fundamental para cuidar de nuestro buen nombre es la calidad de nuestros productos o servicios. Estos son, ni más ni menos, la estrella de nuestra marca. Deben siempre mostrar exactamente lo que prometemos y, si es posible, un poquito más. Los estándares aquí son cruciales: pueden ser los que construyan una mala reputación o mantengan un nombre digno de aplausos.

Y, para cerrar con broche de oro, la última tarea que enlistaremos por hoy para cuidar nuestro buen nombre es la comunicación. Este es el elemento que nos da a conocer ante los demás, nuestra carta de presentación con el público. Es lo que nos ayudará a mantenernos en la mente del consumidor. Así que, ¿la solución? Tener un plan de comunicación adecuado que nos ayude a mantener esa reputación tan valiosa.

En resumen: cuidar de nuestro nombre importa, ¡y mucho! Es nuestra primera impresión y nuestra carta de presentación. Así que no hay que tomarlo a la ligera, hay que dedicarle esfuerzo. Un nombre fuerte es la clave para una marca que conecta con el consumidor.